LA MIRADA PERDIDA

En su primer libro publicado, La mirada perdida, Alejandro López Pomares ha elaborado un texto con un tejido fragmentario y un tono intimista en el que la búsqueda se hace protagonista al hilo de las voces –o de las escenas que dibuja la voz narrativa– que articulan la narración.
Un anciano, un niño huyendo de sus miedos, la mirada de una joven, un hombre y una mujer, son los difusos personajes de la novela, pues, en realidad, el recuerdo y la nostalgia, los sonidos y los silencios, la rabia contenida, la soledad, la percepción del tiempo, son los auténticos protagonistas de un relato donde el lenguaje se pone al servicio de la estética narrativa.
Y como mani esta el propio autor, en el libro se plasman “dos espacios, una laguna y una ciudad, allá a lo lejos, a la que siempre volvemos, y entonces invade nuestros costados y nos hace lo que somos y deshace lo que dejamos de ser”. De tal forma que La mirada perdida es “un libro apoyado en la repisa con páginas en blanco que todavía está por escribir, una trama fragmentada, no por el capricho de la confusión, sino por el interés de la participación del lector en la creación de la obra”.