LOS REFUGIOS DE LA DERROTA

LOS REFUGIOS DE LA DERROTA

EL EXILIO CIENTÍFICO E INTELECTUAL REPUBLICANO DE 1939

LÓPEZ SÁNCHEZ, JOSÉ MARÍA

20,00 €
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Editorial:
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIEN
Año de edición:
2013
Materia
Historia
ISBN:
978-84-00-09662-5
Páginas:
288
Encuadernación:
Rústica
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Un poco de "egohistoria" y una introducción.- Madrid: el esperanzador rumbo de la ciencia española.- Madrid, Valencia y Barcelona: la derrota de las ciencias.- La Habana: Juan Ramon Jiménez y el socorro a los intelectuales.- Nueva York: Federico de Onís, gestor del exilio en Estados Unidos.- México: el mejor refugio de la emigración.- Buenos Aires: la institución cultural española.- Bogotá: Jose Cuatrecasas y su ayuda al exilio.- Paris: organizar la derrota.- Buenos Aires: navegar entre dos aguas.- México: escenario privilegiado del exilio republicano.- De París a México: organizar una nueva huida.- Santo Domingo: un caso peculiar .- San Juan y Río Piedras, Puerto Rico: la alternativa fiable.- La Habana: una reunión para la esperanza.- México: la hora de la UPUEE.- San Juan y Río Piedras, Puerto Rico: Jaime Benítez y Juan Ramón Jiménez.- México, París y la Organización de las Naciones Unidas.- México: el Ateneo español y un largo exilio.- Nueva York, Washington, México: la definitiva derrota republicana.- Entre Madrid y México, entre hispanidad o hispanoamericanismo.- Epílogo.- Apéndices.- Bibliografía.

Este es el relato de cómo el exilio de los científicos e intelectuales españoles tras la caída de la República puso punto final a la Edad de Plata de la ciencia española, al quebrarse la continuidad de una esperanzadora senda abierta en el terreno de la investigación y la formación de un sistema de ciencia profesional que se había iniciado a comienzos del siglo XX de la mano de la Junta para la Ampliación de Estudios. En ese momento, el único consuelo que les quedó a sus protagonistas fue darse cuenta de hasta qué punto las relaciones científicas y personales trabadas durante las décadas anteriores les iban de servir de apoyo tras la debacle republicana. Una vez en el exilio, buena parte de ellos trataron de adherirse a los discursos legitimistas republicanos, aportándoles la cobertura ética que representaba su encarnación de una tradición de pensamiento liberal y moderno frente al nacionalcatolicismo franquista. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, las esperanzas renacieron, pero la deriva de la política internacional al final de los años cuarenta pronto las enfrió. Entonces, la mayoría tomó conciencia de la nueva derrota republicana y se resignaron a un largo exilio en aquellos refugios que ya habían servido en 1939.

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