EL LÓGOS BIFACIAL. LAS SENDAS DE ÉROS Y THÁNATOS

EL LÓGOS BIFACIAL. LAS SENDAS DE ÉROS Y THÁNATOS

LLAMAS ROIG, VICENTE

20,80 €
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Editorial:
EDITORIAL SINDÉRESIS
Año de edición:
2015
Materia
Impresión baja demanda
ISBN:
978-84-16262-13-7
Páginas:
338
Encuadernación:
Bolsillo
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La bifacialidad de la hipóstasis nodal (noûs, psyché) en el régimen de emanación neoplatónico, recabada en clave antropológica, impregna el pensamiento occidental como expresión de la doble faceta de la razón: facies cognoscitiva/ad infra e idealizadora/ad supra. El noúmeno se erige en límite ideal de conocimiento para la progresión de la razón hacia lo incondicionado, con valor, entonces, no cognoscitivo sino regulativo. Sobre esa tesis kantiana versal, la irrealidad de lo cognoscible en su comisión objetiva (la objetualidad de lo sólo óntico transluce su ontologización como irreal - fenomenológico) y la transfenomenalidad del en sí agostado en la apariencia (despliegue del ser en el espectro completo de manifestaciones ante conciencia que detrae la realidad al noúmeno, relegado a mera ficción), el libro ensaya patrones de lectura del hiato objeto - sujeto, procurando cauces a la metafísica e imponiendo barreras indelebles a la ciencia, en un recorrido que arranca en el mythos y en la anáfora filogenética del enigma de Edipo.
La topología freudiana del aparato psíquico servirá de base para una división de las edades del espíritu que reelabora la propuesta de Comte, asociando el super - yo a la era teocrática de prominencia de la faz acognitiva (vivencia del noúmeno como realidad metafísica significativa en sí misma, no puro ideal, con la jerarquía y envolturas del mundo medio como consecuencia sociológica y el supra - egocidium místico, implosión del superyo decisiva para el renacer -teorema de Thomas-), el yo a la era crítica (inflación utópico - normativa del noúmeno y restrictiva adhesión epistemológica a lo fenoménico en una época que conserva la ilusión transcendental), ambas, etapas de bipolaridad con quiásmica descompensación facial, y el ello, en fin, al orden positivista unifacial surgente con la revolución industrial y el vitalismo que, en sus directrices primarias, sanciona el estatuto canónico del noúmeno, abonándose al fenómeno y abrazando la inmanencia como única solución de fe.

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